Los 'Arrastrasillas', que nadie los pare durante 72 km: recorrer el Camino Lebaniego en silla de ruedas

Se llaman los ‘Arrastrasillas’. Descriptivo pero efectivo. Detrás de ellos existe un espíritu altruista inmensurable. Su nombre es muy explicativo porque sí, empujan de una silla cargada de ilusión que permite hacer una ruta por el monte a personas con movilidad reducida para que puedan disfrutar

Puesta esta iniciativa llevará a los 25 participantes a llevar tres sillas y recorrer el Camino Lebaniego que les llevará hasta Potes. Tres días etapas y alguna de ellas, como la primera, de hasta 28 km. Primero harán la etapa de Cades, para llegar el segundo día a Cicera y rematar en Potes. “Será de un nivel entre medio y difícil. Tiene momentos duros”, nos cuenta Juanjo.

A las 8:15 de la mañana en el kilómetro 0 del Camino Lebaniego les esperaban para cubrir el proyecto el alcalde de San Vicente, Dionisio Luguera, la directora general de Turismo, Marta Barca, el consejero delegado de CANTUR, Fernando de la Pinta, y el director del Año Jubilar Lebaniego, Manuel Bahillo.

“Llevamos organizándolo desde enero”, explica el hombre, experto en este tipo de trotes. El objetivo no es otro que “dar visibilidad a que la gente con discapacidad puede hacer muchas cosas con ayuda, en este caso nosotros sus brazos y sus piernas y en este momento haciendo el Camino Lebaniego”, y tratan de hacer ver a la gente que “no tienen por qué quedarse en casa mirando, se puede hacer perfectamente lo que ellos quieran”-

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Para demostrar que la ayuda, el Camino Lebaniego ha sido adaptado desde hace un año con recomendaciones del equipo ‘Arrastrasillas’ con el fin de que esté lo más adaptado posible para poder realizarse con estas sillas especiales. “No hay límites” es la frase que se marcan a fuego.

Empezaron hace cinco años. “Un febrero fuimos a una carrera con sillas de calle. Empezaron a conseguir más sillas, se fueron haciendo más cosas. La gente nos veía, se interesaban e incluso nos donaban sillas”. Cada una de ellas pertenece a una empresa francesa y cuesta unos 3.800 euros. A cambio, el beneficio de dar alas a los que no pueden caminar no se puede valorar.

Estas sillas cuentan con la particularidad de que tienen una rueda en el centro, “es como una bici”, apostilla Juanjo. “Tiene una rueda, una lanza hacia delante y un manillar, tiene sus frenos de disco, suspensión… Están preparadas para que todo el mundo pueda ir al monte y disfruten de la naturaleza”, narra.