3.000 km de viaje épico para Eva y Laura, dos cántabras en la Panda Raid

Un viaje para recordar. Dos cántabras han conquistado el desierto marroquí a bordo de un Fiat Panda 4x4 que compraron poco antes de la aventura en la que ninguna de los dos se pensaría que terminarían. Pero lo hicieron, y de qué manera: “Somos muy valientes”, nos cuentan Eva Fernández Cobo (Santander) y Laura Obispo de la Sota (Torrelavega).

Empecemos por los prolegómenos. ¿Qué hacen dos cántabras por el desierto marroquí? La culpa, del cuñado de una de ellas: “Nos dijo que si nos apuntábamos, fue decírnoslo, y dicho y hecho”. Pecando de espíritu aventurero, ni siquiera supieron a lo que se enfrentaban cuando vio que la Panda Raid era una carrera de resistencia. “Pensaba que era una carrera de velocidad o conducción. Y no, no, no, era de resistencia. ¿Qué es eso? No se nos ocurrió leer nada. Llegamos y al día siguiente fue arrancar la primera prueba, nos quedamos pálidas”.

El coche. Un Fiat Panda 4x4 que compraron poco antes de embarcarse en la aventura. Lo apalabraron tras verlo en internet a un vecino de Tarragona y hasta allí que se fueron mes y medio después. La pequeña joya ha aguantado contra todo viento y marea. Tan solo el penúltimo día abandonaron 50 personas, la mayoría porque su coche no aguantó.

"NOS LLAMAN LAS BOLAS DE FUEGO PORQUE ÍBAMOS COMO RAYOS"

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Eva y Laura

Eva y Laura eran dos gotas de arena entre los casi 400 participantes. Pero vaya dos. “Nos llaman las bolas de fuego porque íbamos como rayos”, nos cuentan a la par, emocionadas. Con todo preparado, se embarcaron en un viaje de 15 horas desde Santander hasta el continente africano para afrontar el Raid. Llegaron allí con lo puesto y muchas ganas; suficiente.

Las dos cántabras se han enfrentado a días de hasta 10 horas subidas al coche entre dunas y llanuras interminables. “Unos días 10, otros días 8 horas… A veces hacíamos 200 y pico kilómetros. Ríos, dunas pindias”, recuerdan de la aventura que acaban de coronar.

Y todo ello sin un solo GPS electrónico o teléfono móvil que las ayudase. Únicamente un pequeño programa llamado ‘road-book’, al estilo del Rally Dakar. En él viene la información justa y necesaria para orientarse, a la antigua usanza: “Como si lees una calculadora, orientación, kilómetros y para de contar”, narran entusiasmadas.

“Estamos agotadas, pero súper contentas por acabar porque hemos venido sin ningún conocimiento, sin haber leído nada… Todo el mundo pensaba dónde van estas dos frikis”, dicen sobre la increíble experiencia.

Estas “dos buenas amigas, ahora más", han formado una magnífica dupla en la que “una era la cabeza y otra las manos”. Ahora Marrakech (seguro que a ritmo de “cómo me acuerdo de Marrakech”, que decía Rulo y la Contrabanda), y luego, a cruzar de Tánger a la Península para volver a casa, a Santander, donde se las espera con los brazos abiertos.

PANDA RAID. Es un rally amateur de larga distancia y resistencia que se celebra anualmente en marzo, donde más de 400 equipos deciden desafiar la suprema ley del sentido común y lanzarse a una aventura old school a bordo de un viejo Panda (o también Marbella).

Se desarrolla en Marruecos a través de un recorrido de 7 etapas, que en algunos casos ponen a prueba las capacidades físicas y mentales de los equipos, valores supremos de un esfuerzo mecánico y de camaradas que pretende dejar atrás, al menos por unos días, el bullicio de la civilización y la dependencia de la tecnología.

Lo importante no es el tiempo ni la velocidad; superar Panda Raid implica ante todo llegar a la meta.