El anciano del garaje tenía un trapo "hasta el fondo" de la boca y tapadas la nariz y cabeza, según forenses

Forenses durante la pericial por la muerte de un anciano en un garaje de Santander

El anciano hallado atado, amordazado y asfixiado en un garaje de Santander tenía un trapo metido "más de diez centímetros" dentro de la boca, "por detrás de la campanilla" incluso, esto es, "hasta el fondo", con lo que "cerraba la total entrada de aire" por esta vía respiratoria, así como también por las fosas nasales.

Y es que el hombre, de 81 años, tenía además tapada la nariz con una bufanda, por debajo de la cual había cinta adhesiva transparente y también por encima, que le envolvía "totalmente" la cabeza hasta el punto de que se había formado una especie de "bolsa" en la que había "humedad", señal de que la víctima había exhalado.

Así lo ha indicado este jueves las dos forenses que levantaron el cadáver y que se encargaron también de practicar la autopsia en su declaración en el juicio contra los tres acusados por estos hechos, que ocurrieron en febrero de 2017 y por los que se enfrentan a 35 años de cárcel por asesinato, robo con intimidación y detención ilegal.

Las peritos han relatado en la sesión, que se celebra con jurado popular en la Audiencia Provincial de Cantabria, cómo encontraron el cuerpo, las lesiones que presentaba y la causa de la muerte, que fue "por falta de entrada de aire a los pulmones" y que se produjo "en breve espacio de tiempo" pero "dándose cuenta", ya que en estos supuestos "se tarda en perder la conciencia minutos".

A preguntas del fiscal -acusación particular y defensas no han planteado ninguna-, las forenses han acompañado sus explicaciones de imágenes del cuerpo y la autopsia, que han podido ser vistas por el jurado, y la dureza de las mismas ha provocado que una de las integrantes haya tenido que mirar para otro lado.

MÁS DE UNA HORA PARA QUITAR TODAS LAS ATADURAS AL CUERPO

Según han descrito ambas expertas, el nonagenario fue encontrado en su garaje, en la calle Beato de Liébana, atado de pies y manos y a una columna del local, lo que le impedía darse la vuelta o moverse. Se trata de una postura que favoreció la muerte, como han apuntado.

Han detallado que había sido atado con cuerdas y cables de luz y ordenador, además de con la citada cinta adhesiva transparente. "Más de una hora costó quietar todas las ataduras", han ilustrado, a la par que han considerado que al colocárselas tuvieron que causar "dolor" al anciano, que medía 1,59 metros.

En cuanto al trapo, similar a un pañuelo por sus dimensiones (33x53 centímetros) y que tenía manchas de pintura, estaba "apretado con fuerza" dentro de la boca y llegaba "hasta la faringe", lo que provocó contusiones y erosiones en labios y cara.

Estaba metido "hasta el fondo", incluso "por detrás de la campanilla", zona en la que las peritos también hallaron hematomas y erosiones al practicar la autopsia.

En el resto del cuerpo apreciaron asimismo "pequeñas lesiones", como heridas, erosiones y hematomas, en la cara, cabeza, antebrazo, manos, rodillas y pies, que en ningún caso fueron causantes de la muerte.

Así, por ejemplo, las presentaba en la cara interna y externa de los labios, superior e inferior, por la "presión y daño" al introducir el trapo, y la zona de la campanilla estaba amoratada y con una hemorragia también, todo ello causado "en vida".

Además del trapo, que "cerraba la total entrada de aire" por las vías respiratorias, el cuerpo estaba en una posición -boca abajo y atado de pies y manos, con la cabeza ladeada y apoyada sobre el suelo- que provocaba una "complexión" que a su vez dificultaba más la respiración.

Las forenses han aclarado al respecto que esto, en una persona normal, no es un mecanismo que por sí solo cause la muerte por asfixia, pero "coadyuva" en el caso de un anciano. Todo ello provocó en el varón una "sofocación" y que falleciera asfixiado, por la falta de entrada de aire a los pulmones y como reflejan congestiones y edemas que aparecen en estos órganos cuando sucede algo así.

Por lo demás, el nonagenario tenía contusiones en las manos, una "típica de dar un puñetazo", y "muchísimas" heridas y erosiones habituales en un "forcejeo", también en las rodillas compatibles con una caída al suelo.

Y un traumatismo en el centro del pecho, en el lado izquierdo, y la fractura de tres costillas (cuarta, quinta y sexta), señal de que le habían asestado "un buen golpe", como un puñetazo o rodillazo, igualmente "en un momento muy próximo a la muerte".

IMÁGENES DE CÁMARAS DE SEGURIDAD Y LLAMADA GRABADA

En la sesión de este jueves, y después de que dos de los acusados -Paulino y Ricardo G.L., hermanos y naturales y residentes en País Vasco- reconocieran su participación en los hechos, las partes han renunciado a algunos peritos, parte de los cuales ya declararon durante la prueba testifical el día anterior pues estaban citados en ambas calidades.

Además, estaban previstas videoconferencias que no se han podido realizar por problemas técnicos, con agentes para dilucidar si las lesiones del cuerpo eran compatibles con muerte por asfixia -extremo que han corroborado las forenses- y sobre el estudio de la voz de la persona que al día siguiente de los hechos llamó desde una cabina de Vitoria a Cruz Roja de Madrid, alertando de que dos personas mayores en Santander estaban atadas y podían precisar auxilio.

En esa llamada, realizada por Paulino -como él mismo ha reconocido y cuya voz coincide "cien por cien" con la de la grabación, según los estudios hechos- ofrece indicaciones de cómo llegar al garaje del anciano, al que quitaron las llaves de su casa, y al domicilio, en la calle Alcázar de Toledo, donde estaba su mujer y a la que también ataron cuando entraron a robar joyas y dinero.

Lo que sí se ha hecho en la vista es reproducir esa llamada, de 6 minutos y 14 segundos, y que en su día se difundió en parte y previa autorización judicial a los medios de comunicación para solicitar la colaboración ciudadana y tratar de identificar al autor de la misma.

Ese paso surtió efecto y acabó con la detención de Paulino y, posteriormente, de Ricardo y Carlos C.S., amigo del primero y vecino de Santander que admitió haberles llevado en coche por las calles donde sucedieron los hechos pero ha negado su participación en los mismos, como han coincido los dos hermanos.

Los tres fueron arrestados de forma escalonada, entre octubre de 2018 y principios de 2019, y permanecen en prisión provisional desde entonces.

También se han exhibido algunas imágenes de cámaras de seguridad captadas por comercios de la zona donde ocurrió todo, en las que pueden verse a los autores confesos del crimen.

CONCLUSIONES Y VEREDICTO

La sesión ha concluido dando pro reproducida la prueba documental y el juicio continuará este viernes, a las 9.30 horas, con las conclusiones.

Acabará el lunes, con la reunión a primera hora de los miembros del jurado para que deliberen y el posterior veredicto con el que el que quedará visto para sentencia.

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