Los peritos dan credibilidad al relato de la niña de 6 años víctima de supuestos abusos sexuales

La Fiscalía mantiene la petición de 12 años de cárcel para el acusado y la defensa solicita su absolución
Segundo día del juicio contra el acusado de abuso sexual contra una menor desde que tenía seis años.

Los especialistas que atendieron a la menor que supuestamente había sufrido un abuso sexual por parte del cuidador de su padre, de junio o julio de 2018 a junio de 2019, cuando tenía seis y siete años, dan credibilidad a su relato, aunque no se encontraron signos físicos de agresión sexual.

Así lo han trasladado este miércoles en la segunda y última jornada del juicio celebrado en la Audiencia de Cantabria, en la que la Fiscalía ha mantenido su petición de 12 años de cárcel para el acusado por un supuesto delito continuado de abuso sexual a menor de 16 años con penetración, al igual que la acusación particular, mientras la defensa solicita su absolución.

En concreto, la pediatra y el médico forense que examinaron a la niña cuando la madre tuvo conocimiento de los supuestos hechos y la trasladó al Hospital Valdecilla han ratificado que la niña lo contaba verbalmente "de forma espontánea" y con gestos, y parecía un relato "creíble" de acuerdo a su edad.

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Asimismo, han señalado que aunque no se encontraron signos físicos de agresión sexual, en los casos en los que pasa determinado tiempo "lo lógico" es que estos pueden curarse o desaparecer, incluso no existir lesiones cuando no hay una "penetración violenta".

En la misma línea, la psicóloga y la trabajadora social que atendieron a la menor y grabaron su testimonio en el Juzgado de Instrucción han manifestado que el relato fue "creíble", "libre" y sin "contradicciones relevantes".

Así, han detallado que en este caso se daban una serie de indicadores de los delitos sexuales, como la relación de confianza entre la víctima y el supuesto agresor y en relación a la petición de guardar el "secreto".

Asimismo, han apuntado que aunque en aquel momento la menor no presentaba una "afectación emocional" no se pude descartar que pueda aparecer con posterioridad.

De igual forma, los informes de los peritos de los profesionales de la asociación Cavas, que atendieron a la víctima a partir de octubre del 2019, concluyen que es "altamente probable" que la niña hubiese sufrido un abuso sexual.

Así, han señalado que es una niña "normal", cuyo relato "no es inventado" y es "coherente", y ven "muchos indicadores" de abuso sexual, como que "mantiene" sus afirmaciones.

Además, han apuntado que la menor recibió once sesiones, y sigue en revisión, debido a que sus padres y el colegio alertaron de un "cambio" en su comportamiento, y empezó a estar más "despistada", "desafiante" y "alejada" de sus compañeros, y a tener conductas "excesivas" relacionadas con la higiene y la seguridad.

Así han subrayado que, aunque "ha mejorado", presentaba "mucho sentimiento de culpa", signo que es frecuente en los abusos sexuales, y expresaba "dudas" y "miedos", por lo que detectaron que existían "síntomas asociados a una situación traumática".

LA FISCALÍA CREE QUE "NO HAY NINGUNA DUDA"

La Fiscalía cree que "no hay ninguna duda" de la "validez" en la declaración de la menor, que tenía ocho años cuando hizo estas acusaciones, que se recogieron en soporte audiovisual, tras haber confesado los hechos en un campamento de verano con "naturalidad" y en un ambiente "relajado".

Además, ha destacado que la niña ha contado hasta en seis ocasiones "exactamente lo mismo", en relación la introducción del pene en la boca y en el ano y el chupamiento genital, en los mismos escenarios: la bodega de su casa y la habitación del padre, y con la misma frecuencia "muchísimas veces".

También ha señalado que el padre, que estaba en la casa cuando supuestamente sucedían estos abusos, tiene una discapacidad y carece de autonomía de movimiento, por lo que "no hubo posibilidad de darse cuenta de lo que sucedía".

Asimismo, sostiene que el apetito sexual "incontrolado" de un individuo es algo que se presenta "al margen" de una orientación sexual, en relación con la alegación de la defensa de que el acusado es homosexual, y cree que se debe valorar que ya fue condenado por delito sexual cuando tenía 15 años.

Además de los 12 años de cárcel, el Ministerio público también pide para el acusado prohibición de comunicación y acercamiento durante diez años y una medida de libertad vigilada tras la salida de prisión de otros diez. Asimismo, en concepto de responsabilidad civil, solicita una indemnización de 12.000 por los perjuicios morales causados.

En la misma línea, la acusación particular que ejerce la familia de la menor destaca la "credibilidad" de su testimonio y considera que no hay "motivos oscuros" para sospechar que informó "en falso" porque "no significa nada" que la niña supiese que el acusado había robado dinero, hecho que no denunciaron, ha subrayado.

Además, ha añadido que la niña no contó "nada parecido" de los otros dos chicos que cuidaron al padre con anterioridad al acusado. Y ha apuntado que la víctima "no es una mujer, es una niña" y los actos que relata son "comunes" al acto sexual homosexual.

Así, coincide con la petición de pena de prisión, la medida de libertad vigilada y la indemnización. Además, pide que la prohibición de comunicación y aproximación se eleve hasta los 22 años y añadir los gastos de asistencia sanitaria del Servicio Cántabro de Salud (SCS).

LA DEFENSA CREE QUE "NO HABÍA TIEMPO"

Por su parte, la defensa se ha mostrado disconforme con la acusación y ha solicitado la absolución del acusado, aludiendo a su presunción de inocencia.

Entre los argumentos, ha afirmado que "no hay nada más" que la declaración de la menor y que durante los 15 minutos en los que coincidía el acusado con los niños en casa "no había tiempo" y "era imposible" que se produjesen los tres actos sexuales de los que se acusa al joven.

Asimismo, se ha preguntado por qué no han declarado el padre, cuya discapacidad absoluta es "laboral", la otra cuidadora de los pequeños o incluso los hermanos de la menor, y ha puesto "en duda" que ninguno de ellos escuchase "ruidos" o viese cómo el supuesto agresor y la víctima subían y bajaban a la bodega y entraban o salían de la habitación.

Además, ha aludido a que no existen informes médicos que puedan acreditar dicho abuso sexual ni "evidencias físicas" en la ropa íntima de la niña o la ropa de cama.

En relación a su "imaginación", ha apuntado que la menor podía tener acceso a Internet y estuvo en contacto con niños mayores en el campamento de verano, de donde pudo extraer esos "conocimientos sexuales".

También ha subrayado que no se han presentado en la sala los dibujos que pintó la niña para relatar lo sucedido a petición de los profesionales, en los que aparecía el agresor con barba cuando el acusado "no tiene ese elemento físico".

Finalmente, ha afirmado que el acusado "jamás ha tenido relaciones sexuales con una mujer" y ha subrayado reconoció su culpabilidad cuando fue condenado por delito sexual contra un menor que era varón.

El acusado no ha hecho uso de su derecho a la última palabra y el juicio ha quedado visto para sentencia.