El monitor de ludoteca acusado de abusos se declara inocente y asegura que "nunca" tocó a la niña

Forenses y psicólogos que atendieron a la menor ven su relato "coherente" y "compatible con una situación de abusos"

El monitor de una ludoteca acusado de abusar de una niña de cuatro años se ha declarado "inocente" en el juicio contra él, en el que ha asegurado que "nunca" le tocó la zona genital ni le enseñó el pene.

"No comprendo cómo se ha llegado a esta situación", ha expresado durante el derecho a la última palabra en la vista, celebrada este lunes en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cantabria.

El procesado, que se enfrenta a seis años de prisión que pide el fiscal, ha tachado de "mentira" algunas manifestaciones de la pequeña y ha indicado al respecto que a veces "decía una cosa, luego otra" pues era "un poco peliculera", ha opinado parafraseando a su madre.

Sin embargo, en la sesión, en la que la defensa ha ratificado la libre absolución de su cliente, también han declarado los médicos forenses que examinaron a la niña, a los que no les "dio la impresión de que estuviera fabulando".

En este sentido, han indicado que contestaba "espontáneamente" a las preguntas que le hacían y no se "pensaba demasiado" las respuestas ni "dudaba" o "se corregía" al contestar.

Y una psicóloga que la vio ha señalado que el relato de la pequeña es "compatible" con una situación de abuso. Según el fiscal, los hechos sucedieron entre junio y noviembre de 2018: cuando ella iba al baño el acusado la acompañaba y "le enseñaba el pene con ánimo libidinoso, diciéndole que 'se lo chupara', a lo que la menor no accedió".

En otras ocasiones "se tocaba el pene delante de ella y le tocaba la zona genital a la menor por encima de la ropa", extremos que ha negado el procesado.

CARIÑO Y PELUCHE

A preguntas de la acusación pública y la defensa, el implicado ha explicado que coincidía con la niña -y su hermana mayor- al iniciarse y al finalizar la ludoteca, en verano y en la celebrada por las vacaciones escolares de otoño.

Se ocupaba de ellas y más usuarios del servicio junto a al menos otra compañera, y las cogió "aprecio" o "cariño" por pasar más tiempo que con otros.

En este punto, ha reconocido que en una ocasión regaló a la pequeña un peluche como premio por el "reto" de conseguir no orinarse, en tanto que obsequiaba a otros niños con coches y otros juguetes o chucherías por distintos motivos.

Sobre el lugar donde sucedieron los hechos, ha indicado que el baño estaba dentro del aula o era "bastante acristalado", y que de todos modos no había estancias "cerradas", caso por ejemplo de la bañera donde en una ocasión él y otra trabajadora tuvieron que duchar a la pequeña.

Al hilo de lo anterior, ha dicho no recordar llevar a la víctima al baño, "como mucho" hasta la puerta, pero no acceder dentro con ella. Así, cuando se hacía pis la acompañaba y "ella se limpiaba: yo no la tocaba", ha apostillado.

También ha detallado que cuando se tenía que cambiar de ropa, él se la daba y ella se la ponía, "y si había falta la ayudaba", ha puntualizado.

LA METÍA AL CUARTO OSCURO Y LE HACÍA COSAS MALAS

Tras el interrogatorio al acusado se ha reproducido el vídeo con la declaración de la víctima, como prueba preconstituida. Y a continuación ha testificado la madre de la pequeña, que ha indicado que su hija iba "muy contenta" a la ludoteca y "adoraba" al monitor, con el que se llevaba "muy bien" y con el que quería ir "a todos lados".

Pero "de repente", en verano, empezó a decir que no quería ir porque el procesado "la metía al cuarto oscuro" y le "hacía cosas malas". Después, "muy poco a poco" comenzó a contar detalles, desde "pellizcos" en un costado y "golpes" hasta que "la enseñaba el pito y le decía que se lo chupara".

"No me entra en la cabeza de dónde lo saca", ha expresado la progenitora acerca de las manifestaciones de la menor, que luego les dijo, a ella y al padre, que era "un secreto".

La madre ha relatado que un día fue al colegio para tratar de averiguar dónde estaba o qué era el cuarto oscuro sin éxito, pese a lo cual cree que la niña "no mentía" porque siempre "decía lo mismo", aunque "nunca" comentó que el procesado la hubiera "tocado".

Otra monitora de la ludoteca ha corroborado que los espacios eran "diáfanos" y que "desde el aula se ve el baño" -como ha ratificado asimismo un perito-, y ha considerado que el regalo del peluche "entra dentro de la dinámica" de obsequiar a los niños por buen comportamiento. También ha valorado que su compañero era más de "hablar y dialogar" que de "castigar".

La tutora de la menor ha señalado que era una niña "completamente normal" e "imaginativa", en el sentido de que le "gustaban mucho las historias y cuentos", pero no era de decir "mentiras". Tampoco tuvo "ninguna queja" del acusado ni le constan "problemas" con él, ni a la directora del colegio, más allá de los hechos denunciados.

LE DA MIEDO, NO QUIERE VERLE

Los forenses creen "coherente" el relato de la menor y aunque no contó todo lo que supuestamente sucedió, lo que narró coincide con lo reflejado en el atestado, que comenzó por un asunto de exhibicionismo, según ha desvelado la defensa en su informe.

Estos expertos entienden que aunque no exista un cuarto oscuro "físico" eso "no significa" que la niña "no haya tenido una experiencia traumática en cualquier otra estancia".

El equipo psicosocial que atendió a la niña ha destacado que "cambia el tono emocional" al abordar los hechos en cuestión, pues le "incomoda" el tema y "no mantiene el contacto visual". Así, era "dificultoso" que quisiera hablar de ello y no se "explayaba" al respecto. "Le da miedo, no quiere verle", han explicado.

Y la psicóloga que atendió a la pequeña si bien ha admitido que la primera verbalización de lo ocurrido a un menor es "más espontánea" por ser una "eclosión de la situación", considera "coherente" lo que le narró con el relato que hizo en su día a sus padres pues "repite elementos". Además, desde el punto de vista del contenido, lo ve "compatible con una situación de abusos".

Sin embargo, una psiquiatra infantil -jefe del servicio del Hospital Valdecilla- propuesta por la defensa cree que la versión inicial se ha podido "influenciar" con la "incorporación" al relato original de partes oídas en la formulación de preguntas.

Así, entiende que ha podido haber una "construcción secundaria" que puede "sesgar" la validez de la primera declaración, en la que sería válido un análisis de credibilidad, no en las demás.

INDICIOS Y AUSENCIA DE PRUEBAS

Practicas las pruebas testifical y pericial, fiscal y defensa han elevado a definitivas sus conclusiones. Así, el primero insiste en que el acusado es autor de un delito continuado de abuso sexual a menor de 16 años merecedor de una condena de seis años de prisión, libertad vigilada durante diez y prohibición de acercarse o comunicar con la niña durante doce años.

Además, solicita que se le imponga la pena de inhabilitación para cualquier profesión u oficio, sea o no retribuido, que conlleve el contacto regular y directo con menores durante un periodo de diez años. Y en concepto de responsabilidad civil, reclama que indemnice en 3.000 euros por los daños morales que le ha causado con los tocamientos a la niña que "no ha padecido secuelas psicológicas" a raíz de lo sucedido.

Cree el representante de la Fiscalía que "a falta de prueba directa" y pese al "handicap" que supone la edad de la víctima hay "indicios" para concluir la autoría del procesado, como la declaración "persistente" de la niña o el uso de frases y contenidos de carácter sexual "inusual" a su edad.

El letrado defensor pide en cambio la libre absolución -y que en caso contrario se aplique la atenuante de dilaciones indebidas- porque no ve "ni una sola prueba de cargo real" para condenar a su patrocinado, pues la víctima "solo" habla del cuarto oscuro, que está "en el imaginario de la niña".