El fiscal dice que la víctima de Liaño "firmó su sentencia de muerte" al llamar a la Guardia Civil y la defensa solo ve "humo"

La fiscal del doble crimen de Liaño, contra el acusado de asesinar en diciembre de 2021 a quien había sido su pareja y a la hija de ambos, de once meses, cree que el hombre "tenía claro" que iba a asesinarlas cuando regresó a la vivienda, de la que había sido desalojado por quebrantar la orden de alejamiento que tenía sobre ellas, pues "no podía soportar" que la madre hubiera "elegido" a la niña y él se fuera a quedar "en la calle".

Así, la mujer "firmó su sentencia de muerte" cuando llamó a la Guardia Civil para que echaran de casa a José R. -quedó en libertad en vez de detenido y ahora se enfrenta a prisión permanente revisable y 26 años más de cárcel-, según ha expuesto este miércoles la representante del ministerio público en su alegato final en el juicio con jurado en la Audiencia de Cantabria, y en el que ha considerado que "cada hecho" de su escrito ha quedado "probado".

Sin embargo, en esta recta final de la vista oral, en la que el procesado no ha querido ejercer su derecho a la última palabra, la defensa ha concluido que no hay "ninguna prueba" de cargo contra su cliente, aunque sí "indicios", como los mensajes -de texto y voz- que durante meses envió a su compañera sentimental, con amenazas incluso de muerte e insultos y expresiones de odio y despectivas hacia la menor, y que si bien son "terribles" constituyen para este abogado "bombas de humo" con las que "tapar" lo demás porque "no hay más".

La fiscal ha explicado a los miembros del tribunal -que a partir de este jueves tendrán que deliberar sobre los hechos que recoja el objeto del veredicto- que "en un momento dado" de la relación la víctima tuvo que escoger entre "seguir sufriendo" junto a su pareja o "proteger a la pequeña a la que tanto quería".

Eligió esto último, al proseguir las citadas amenazas y insultos tras haber retomado la convivencia y pese a que seguía en vigor la prohibición de aproximarse a ellas por un episodio de violencia mes y medio antes del doble crimen. Y cuando avisó a la Benemérita para denunciar el quebrantamiento, "firmó su sentencia de muerte".

Además, y aunque las forenses no han podido acreditar quién de las dos falleció antes -establecieron la data de la muerte entre las 15.00 y 21.00 horas del 16 de diciembre de 2021, un día antes de aparecer los cuerpos en el patio del domicilio familiar-, la fiscal está segura de que José R., para infligir "mayor sufrimiento" a la mujer, atacó primero a la niña (falleció asfixiada), con lo que madre, que tenía seis puñaladas, "murió desangrada viendo morir a su hija", que "no llegó a cumplir un año porque su padre la asesinó".

PERSONA DESALMADA

La acusación pública se ha referido al comportamiento y antecedentes de José R., condenado por violencia de género y que maltrataba animales según diferentes testigos, y tras remarcar "la dureza y el tono" de los mensajes -reproducidos en el plenario- para "hacer sufrir" a su pareja, se ha referido al investigado como "una persona desalmada". Y ha reflexionado que si nadie de quienes han comparecido han dicho "ni una palabra buena de él, por algo será".

También ha cuestionado la actitud y comportamiento del enjuiciado cuando se reanudó la relación y la convivencia tras la denuncia de noviembre y la orden de alejamiento, con el envío de audios en los que lloraba y mostraba arrepentimiento. "¿Quién se cree ese papel? ¿Cuánto duró?", se ha preguntado la fiscal. "El papel de actor arrepentido y gimoteando no le duró nada", ha remachado.

Quien sí se arrepintió de haberle perdonado, ha recordado, fue la mujer, que ante nuevos mensajes despectivos y amenazantes (como "te voy a meter un hacha entre ojo y ojo") le espetó: "Eres lo más malo que he conocido", y confesó por WhatsApp a su prima que la había "cagado" y que "el diablo ha vuelto. Si mañana no sabes de mí, llama a la Guardia Civil", advirtió a su entonces confidente en un texto remitido tan solo un día antes de los asesinatos.

La portavoz del Ministerio Fiscal ha puesto el foco además en las vecinas que vieron a José R. regresar y entrar en la casa -a la que también volvió la víctima con "la creencia y seguridad" de que estaba detenido-, un albañil que trabajaba en otra vivienda el barrio y oyó gritar tres veces '¡socorro, socorro! mi hija', y en informes periciales -como de temperaturas y geolocalización de los teléfonos- que sitúan a sospechoso y víctima en la horas y lugar del crimen.

Y tras recordar que las forenses descartaron alteración o patología mental en el hombre -"sabía lo que hacía y quería hacerlo"-, ha destacado la "brutal" y "soberana paliza" que dio a la mujer, con "desproporción absoluta" de las lesiones de ambos. También se ha referido a la "aversión" al bebé, hasta el punto de que si trató de "simular una pelea con un tercero" dentro del domicilio, a todos los testigos les llamó la atención los destrozos en la cuna y otros enseres del bebé: "La inquina sobre su niña dejó su impronta".

PSICÓPATA Y MANIPULADOR Y AGRESOR DE LIBRO

En similares líneas se han expresado las acusaciones particulares (ejercidas por familiares de las víctimas), para las que la versión de José R. -al que han tachado de "psicópata" o "manipulador y agresor violento de libro"- de que pasó la tarde noche a la intemperie en un merendero "no se sostiene" y es "inverosímil". Ven indicios y pruebas contra él "muy contundentes", frente a una pericial telefónica de la defensa "teórica" y para tratar de "sembrar dudas" sobre el informe de la UCO.

Consideran que el jurado tiene el "privilegio de hacer justicia" en un caso que podría desembocar en la primera sentencia condenatoria a prisión permanente revisable en Cantabria por uno hechos "dramáticos y espeluznantes".

CRÓNICA MUERTE ANUNCIADA

La acusación popular, a cargo del Gobierno cántabro, ha dicho que "el trágico desenlace era la crónica de una muerte anunciada", ya que pese al "daño infinito y dolor extremo" que el padre causó a través de la hija a la madre, ésta retomó la relación y la convivencia al creer que había cambiado -"de eso se encargó el acusado"- y por "pena" (tenía cáncer), pero "por la caridad entra la peste". Y cuando volvió a denunciar, ella y la menor quedaron "sentenciadas a muerte".

"No se dejen llevar por supuestas reacciones emocionales de estos días" de José R., ha pedido la letrada del Ejecutivo a los jurados, a los que aclarado que su labor es hacer "justicia", no "venganza". "La maldad existe en el mundo no solo por los que la ejercen, sino por los que miran para otro lado", ha dicho parafraseando a Einstein.

UN TRECHO

Finalmente, la defensa no ve "ninguna prueba de cargo objetiva y directa" contra su patrocinado, sí indicios, pero tienen que estar plenamente acreditados para que haya condena. Es el caso de los mensajes y audios, propios de "un cobarde" y que "no tienen calificación", pero que sería constitutivos de un delito continuado de coacciones y amenazas, no asesinatos, pues "hay un trecho". Son hechos "muy graves" que, cree, no se cometieron en la casa.

Esta parte, que admite el quebrantamiento de condena, critica que los testigos "han mentido" y cuestiona una investigación que no es "seria", tildando pruebas de "exageradas" (autopsia de paliza y seis puñaladas pero "ni gota de sangre", que es "tomarnos por tontos") o "surrealistas", como la pericia de compatibilidad telefónica, que arroja una "hipótesis" y sobre la que podía haber pedido la "nulidad". Y la psiquiátrica "no se hace en una hora", ha añadido.

Para la defensa, es "muy fácil culpar" con indicios y sin investigar a nadie más a José R., que "lo tenía todo a favor para una vida espectacular pero lo echó todo a perder, por egoísmo, pero eso no le convierte en un asesino. No hay ninguna prueba. Solo el humo de los mensajes" que han "arrastrado" una investigación que no puede conducir a una condena y menos de prisión permanente revisable.