El 'pederasta de Astillero' vuelve a sentarse en el banquillo por intento de agresión a una niña de 10 años

Marcelino Fernández Arnaiz, el conocido 'pederasta de Astillero', con numerosos antecedentes por agresión sexual a menores por los que ha sido condenado a más de 30 años de cárcel (la última fue en 2009), ha vuelto a sentarse este miércoles en el banquillo de los acusados.

Y lo ha hecho en la Audiencia Provincial de Cantabria, donde se ha celebrado un juicio en el que está acusado de un intento de agresión sexual a una menor de 10 años en junio de 2020 en Santander, unos hechos que ha negado ya que, según ha dicho reiteradamente, "estaba en León", donde al parecer residía en casa de unos amigos tras haber salido de la prisión de Mansilla de las Mulas, en esa provincia.

Por estos hechos, el 'pederasta de Astillero', que ahora ronda los 70 años, podría regresar a prisión, de donde salió en 2017, ya que la Fiscalía le pide cuatro años de cárcel por un delito de agresión sexual a una menor en grado de tentativa y un delito leve de lesiones, mientras que la acusación particular que representa a la familia de la menor eleva su petición hasta los 6.

Considerado uno de los mayores pederastas del país, tiene a sus espaldas numerosos antecedentes por agresión sexual a menores desde 1980 (1983, 1986, 19990, 1999, 2000, 2002, 2003 y 2008). En varias ocasiones volvió a abusar de menores una vez salía de prisión o del psiquiátrico. La última sentencia condenatoria fue en 2009, a nueve años de prisión. Desde su salida en la cárcel en 2017 no se le conocían nuevos hechos de esta naturaleza.

En el juicio de hoy, el acusado ha negado haber sido el autor de la agresión sexual a la menor y ha insistido en que el día que se produjeron los hechos estaba en León.

Tan contundente como el acusado se ha mostrado la víctima, que en estos momentos tiene 12 años, la cual durante la investigación e instrucción de la causa le identificó en dos ocasiones: primero entre una serie de fotografías que le mostraron en comisaría y luego ya presencialmente en una rueda de reconocimiento.

"No dudé nada", ha afirmado la menor, que hoy, durante el juicio celebrado en Salesas, ha declarado en otra sala del complejo juidcial acompañada de una psicóloga y, por tanto, no ha tenido que compartir espacio con el acusado.

En su declaración, la niña ha relatado que el 30 de junio de 2020, hacia el mediodía, estaba en casa de su abuela en Santander y fue a recoger una sartén que ésta había comprado el día anterior a una ferretería ubicada frente al mismo edificio.

A la salida del portal vio a un hombre que, cuando ella ya volvió del recado, entró con ella en el portal y preguntó a la niña su nombre, "cuántos años tenía", "que era muy guapa" y le dijo que si subía con él en el ascensor, a lo que ella se negó y se dirigió hacia las escaleras para subir al cuarto piso donde estaba la casa de su abuela.

LA MENOR PROPINÓ DOS SARTENAZOS AL AGRESOR

La menor ha relatado que, en ese momento, el hombre le agarró por las muñecas "clavándole las uñas" mientras le decía que "no quería hacerle daño". En ese momento, la niña "se empezó a asustar" y gritó pidiendo ayuda pero "nadie le oyó".

Ha relatado que entonces el hombre le tapó la boca fuerte, dejándole libre una muñeca, momento en que ella aprovechó para empujarle para atrás con el pie en la zona de la entrepierna, tras lo que el hombre le golpeó fuerte en la cara.

"En ese momento estaba muy asustada y lo único que se me ocurrió fue con la sartén que tenía darle fuerte en la cabeza. No sé ni de dónde saqué la fuerza porque yo no tengo mucha fuerza, soy pequeña, pero cuando llegué a casa la sartén estaba doblada", ha comentado la niña, que ha explicado que el hombre reaccionó pegándole un puñetazo que le hizo sangrar por la nariz y la boca.

Además, ha relatado que el hombre la cogió por el pelo intentándola llevar hacia el ascensor y luego le dio la impresión de que quería sacarla del edificio hacia la calle. Fue entonces cuando le pegó un segundo sartenazo en la cabeza y el hombre salió hacia la calle "con la mano en la cabeza" y ella aprovechó para subir a casa de su abuela por las escaleras y contar lo que le había sucedido.

En el juicio también ha declarado la abuela, que ha relatado el estado de "pánico" de la menor cuando subió a casa "sangrando por la boca" y gritando. En ese momento, unos operarios que se encontraban en la casa de la abuela arreglando la caldera, al oír lo que le había pasado a la niña, salieron "rápidamente" y bajaron al portal para intentar localizar al varón, algo que no consiguieron.

Tras avisar a la policía, los agentes tomaron declaración a la niña y a la abuela y dieron una batida por la zona a ver si localizaban al hombre, al que, según han relatado en el juicio, la menor les dijo que le conocía de haberle visto por la zona. La menor fue llevada al hospital Valdecilla, donde fue atendida de las lesiones que presentaba la niña, a la que el ataque del hombre le había dejado marcas, una lesión en el labio y un mechón de pelo arrancado.

Según ha relatado la madre de la niña, tras estos hechos, la niña ha estado en tratamiento psicológico en una asociación y, durante "mucho tiempo", no se soltaba de su madre o su abuela cuando iba por la calle y se "asusta muchísimo" cuando ve a alguien con las características físicas del supuesto agresor.

La Fiscalía y la acusación particular han mantenido su petición de condena contra el acusado al considerar que hay "pruebas de cargo suficientes" tanto de los hechos como de su autoría y del fin que pretendía, que era un agresión sexual a la menor teniendo en cuenta su "historial delictivo" y las circunstancias en que, presuntamente, la abordó. Según han afirmado si el hecho no llegó a culminarse fue por la actuación "valiente y decidida" de la niña.

Han insistido en que la niña "siempre ha contado lo mismo", identificó al acusado como autor sin dudarlo, su descripción coincide con el 'pederasta de Astillero' y, además, lo sucedido concuerda con el modus operandi de este hombre en anteriores hechos por los que está condenado.

Además, han señalado que, en ningún momento de la causa, el acusado ha podido demostrar con documentación o testigos que no se encontrara en Santander o, al menos, ofrecer una explicación "alternativa" a los motivos y el fin con el que podría haberse acercado a la niña.

Por su parte, la defensa ha pedido la absolución ya que, aunque no ha puesto en duda los hechos que la niña relata, sí considera que no ha quedado acreditada ni la autoría de su representado ni tampoco el hecho de que, de ser él, hubiera tenido como fin la agresión sexual a la menor pese a que --ha dicho-- éste no es "un ciudadano ejemplar".

Ha insistido en que, según el relato de la niña, no ha quedado acreditado que le realizara ningún tocamiento que demuestre el ánimo libidinoso, que, a su juicio, tanto el Ministerio Fiscal como la acusación particular parecen basar en la frase que, según la menor, le dijo el acusado de 'eres muy guapa', la cual --ha dicho-- no está recogida en ninguna de sus declaraciones anteriores y hoy ha sido mencionado por ella, su madre y su abuela.