El golf español celebra 40 años de su primer 'major', la magia de Seve en el British Open

Royal Lytham, en 1979: nace la leyenda de Severiano Ballesteros
La magia de Severiano Ballesteros en el British Open
photo_camera La magia de Severiano Ballesteros en el British Open
El golf español vive este domingo un especial aniversario cuando se cumplen 40 años de su primer título de 'Grand Slam', el Abierto Británico que logró Severiano Ballesteros en el Royal Lytham, haciendo gala de un juego singular, por habilidad e imaginación, que dejó para siempre el distintivo del genio de Pedreña.

El 21 de julio de 1979, a sus 22 años, Seve levantó la 'Jarra de Clarete' como el inicio de una carrera de leyenda. El jugador cántabro dio la alternativa al golf español y europeo con el primero de sus cinco 'majors', en una carrera de 87 títulos en la que destacó además como figura única en la historia de la Ryder Cup.

Hace 40 años Seve ya tenía cartel de jugador agresivo, capaz de todo por su calidad y juventud, pero con una imaginación sin igual, que estaba por producir una de sus victorias más recordadas. "Nunca nadie ganará un Open como Seve", dijo Jon Rahm esta semana, desde Royal Portrush, donde se celebra el 148º Open Championship.

Tres años después de terminar segundo, empatado con el mismísimo Jack Nicklaus en Birkdale, como un adolescente que ya dominaba el Circuito Europeo, Seve ganó el primero de sus tres 'British' (1979, 1984 y 1988). El cántabro no tuvo un buen inicio en el Royal Lytham, con una tarjeta de 73 golpes, con mucho viento y las malas sensaciones que traía del ensayo del día anterior.

El argentino Roberto de Vicenzo le había dado un consejo que no salió en el estreno, pero se ajustaba a las cualidades del español. La estrategia era pegar con todo en la salida; cuantos más metros, mejor, para así buscar un segundo golpe sencillo de controlar, sobre todo con el juego corto de Seve. El latigazo de 'driver' parecía descontrolado, pero no se bajó del plan hasta el domingo.

Así se convirtió en mago, no solo por la habilidad, sino por el hecho de imaginar golpes que nadie podía intuir, salvando sin penalizar 14 de los 15 'bunkers' que visitó o buscando el 'rough' pisoteado por los aficionados, más plano y fácil de jugar después. La segunda vuelta de cuatro bajo par, con cuatro 'birdies' en los últimos cinco hoyos, le dejó a dos golpes del liderato de Hale Irwin.

El estadounidense era de lo mejor del momento, reciente campeón del US Open. También luchaban por el título Tom Watson, el propio Nicklaus y Ben Crenshaw. Seve siguió el guion, poderoso aunque errático en la salida, pero con un juego a 'green' que comenzaba a desquiciar a sus rivales, en especial a Irwin. El americano entró con una ventaja de dos golpes a la última jornada, pero su depurado estilo de manual se veía arrollado por el escapismo de un Seve que movía a la masa.

EL CAMPEÓN DEL APARCAMIENTO

Ni el liderato que le confirmaba su hermano Baldomero entre la multitud cambió el plan del de Pedreña. En su frenesí, la salida del 16 la mandó a un aparcamiento improvisado por la cantidad de público, con la bola debajo de un coche. El español lo vio como un golpe más de aquel sábado de gloria, rodeado de centenares de aficionados, con un dropaje sin penalización y a 60 metros de bandera.

A Seve en aquel momento le salió la vena conservadora, con la tranquilidad de dos golpes de ventaja, y se dejó un 'putt' de ocho metros que embocó para dejar escrita una de las jugadas más míticas de la historia del golf. En el 17 salvó un par desde el 'bunker' y en el 18 firmó su obra de arte con un segundo golpe que hizo a Irwin hondear un pañuelo blanco en señal de rendición.

Seve llegó como pudo al último 'green', entre la maraña de una afición que se haría tan fiel como la española, por su carisma, por su pasión, por ser un artista del golf. Todo lo tuvo bajo control, incluso cuando rubricó su victoria --el único por debajo del par tras 72 hoyos con Nicklaus y Crenshaw a tres golpes-- hasta que sus hermanos Vicente y Baldomero le asaltaron a abrazos. El director del torneo les separaba para seguir el protocolo mientras al campeón emocionado se le desencajaba el rostro.

Eran las lágrimas del primer campeón español de un 'major', del más joven en 86 años que ganaba el Open y del deportista que abría el camino al Viejo Continente ante el gigante americano. Sus Masters (1980 y 1983) y los 'grandes' de Olazabal y Sergio García siguieron después, pero el pionero fue Seve, para el golf y el deporte español, por lograr lo que nadie, y como nadie, había logrado.