Cáritas Santander alerta sobre el aumento de la brecha educativa en niños y adolescentes tras la crisis

Una niña leyendo un cuento en su casa

Cáritas de Santander ha alertado sobre el aumento de la brecha educativa en los niños y adolescentes de la región tras la crisis del Covid-19.

En concreto, los trabajadores de proyectos de Infancia y Adolescencia han advertido que más del 90% de los menores con los que tratan no dispone de los dispositivos tecnológicos necesarios para seguir la educación a distancia.

En un comunicado, Cáritas de Santander ha denunciado "el peligroso efecto" que está teniendo la crisis social derivada de la pandemia del Covid-19 en la educación de los niños y adolescentes en situación de exclusión social en Cantabria tras el cierre de los colegios el 16 de marzo.

Según la organización, el limitado acceso a herramientas digitales para contactar con sus profesores y un contexto doméstico delicado -en el que las familias no siempre poseen el tiempo o la capacidad de ayudarles que desearían- lleva a estos menores a ver "seriamente amenazado" su derecho básico a la educación.

Para tratar de frenar el aumento de la brecha educativa, Cáritas Diocesana de Santander está reforzando de manera individualizada su labor con las familias a las que acompaña a través del programa de Infancia y Adolescencia.

Este programa atiende habitualmente a los menores en sus centros Anjana Infancia y Trastolillo, donde trabajan en la prevención desde el apoyo escolar y actividades de ocio y tiempo libre, y en el proyecto Medidas Judiciales en Medio Abierto, en el que se ejecutan medidas que el juzgado de menores único de Santander impone a menores y jóvenes por algún delito.

El coordinador de Acompañamiento Especializado de Cáritas Diocesana de Santander, Carlos Fernández-San Julián, ha alertado que la brecha digital y la desigualdad de oportunidades educativas afecta a más del 90% de los niños que asisten a los dos centros infantojuveniles, cuyas carencias varían desde no disponer de un smartphone, PC o portátil adecuados, a no tener conexión wifi en casa.

En este sentido, ha considerado que el acceso a Internet debería ser un "derecho básico que hay que garantizar, como se garantiza los suministros energéticos con diferentes bonos sociales".

Gracias a las aportaciones económicas que la financian, Cáritas de Santander ha podido proveer de terminales tecnológicas a algunos de los menores más necesitados, pero no es suficiente.

También han puesto a su disposición por vía telefónica, mensajería instantánea o correo electrónico para servir como apoyo escolar.

Igualmente han establecido videollamadas cada dos días para mantener contacto con los de mayor edad y recordarles la necesidad de mantener unas rutinas saludables.

Desde el inicio del confinamiento, la organización ha ayudado a los chicos en tareas elementales como la planificación de un horario en el que se respeten unas pautas adecuadas de sueño, dieta equilibrada, ejercicio e higiene personal.

Cuidados que pueden darse por sentados, pero que es fácil desatender en el contexto de estrés emocional en el que vive una familia que puede acabar de perder su fuente de ingresos y se enfrenta a la precariedad de las necesidades básicas.

En esta línea, el apoyo de Cáritas no solo se destina al menor, sino a su entorno completo.

Los programas de infancia y adolescencia son, precisamente, las puertas por donde la asociación suele tener acceso a las familias más vulnerables.

A nivel nacional, son 25.644 los núcleos familiares que Cáritas acompaña al año a través de sus programas específicos de Infancia, Juventud y Familia.

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