Pendiente una nueva diligencia en el caso del asesino confeso de la joven de Laredo

El caso del asesino confeso de la joven de Laredo a la que apuñaló a principios de 2019, convirtiéndose en el primer crimen por violencia machista de España el año pasado, sigue en instrucción en el Juzgado nº 1 de la villa pejina. El pasado mes de marzo se celebró una comparecencia, en la que el fiscal solicitó la práctica de nuevas diligencias, que se acordaron pero, con el estado de alarma, todavía no se han llevado a cabo.

Se trata de un informe forense sobre las armas utilizadas en el crimen, según han informado fuentes del caso, en el que el Gobierno de Cantabria se ha personado como acción popular tras recabar el consentimiento de la familia de la víctima, natural de la República Dominicana.

El crimen se produjo sobre las cuatro de la madrugada del 3 de enero de 2019 en el piso de la joven, ubicado en la Plaza Rosario Ochandiano de Laredo.

El asesino confeso, de 29 años y natural de Ecuador, asestó a la joven una veintena de puñaladas con dos cuchillos: uno que se llevó de la cocina del bar de Laredo donde había estado con ella antes de los hechos, y otro que cogió en el piso de la chica, en el que residían otras dos compatriotas de la víctima que intentaron, en vano, frenar la agresión.

T.S.M.R., en prisión tras entregarse a la Policía y declararse autor de la muerte de R.A.C.S., se encontraba esa noche en el pub de la Puebla Vieja que frecuentaban ambos, que habían sido pareja durante año y medio aunque estaban en proceso de separación. La joven llegó después que él al local, pero se fue aproximadamente al cabo de media hora.

Tras esto, el asesino confeso cogió un cuchillo de la cocina del bar, se dirigió al domicilio de quien había sido su compañera sentimental, y una vez dentro, le asestó primero un par de puñaladas con el cuchillo del bar que portaba consigo, y luego con otro que cogió de la cocina de la casa con el que siguió achuchillándola en el tórax, mientras las compañeras de piso permanecían refugiadas en un dormitorio desde el que alertaron al 112.

A su llegada, los servicios de emergencias no pudieron hacer nada por reanimar a la joven, que deja huérfana una hija de cinco años en su país de origen. Mientras, el agresor, que alegó en su declaración que había tomado un par de copas, había abandonado ya el lugar de los hechos.

Tras hablar con su familia, se entregó a la Policía Local, donde quedó custodiado en los calabozos por agentes de la Guardia Civil hasta que pasó a disposición judicial, y el titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Laredo -el que estaba de guardia cuando sucedió todo-, ordenó su ingreso en prisión.

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