Un proyecto liderado por IHCantabria diseña la hoja de ruta para adaptar el paisaje atlántico al cambio global

Paisaje. Montañas, praderas, animales.

Un proyecto denominado 'Alice' y liderado por el Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria ha diseñado la hoja de ruta para adaptar el paisaje atlántico al cambio global a través de una gestión inteligente.

La iniciativa, financiada con 2,25 millones de euros de los Fondos FEDER del programa Interreg Área Atlántica, cuenta con once socios de España, Portugal, Francia, Reino Unido e Irlanda del Norte.

En nuestro país, en colaboración con el IHCantabria, ha jugado un papel destacado el Centro Vasco de Cambio Climático (BC3), que ha diseñado una aplicación que integra los 25 modelos desarrollados por el proyecto y los actualiza a tiempo real con los datos disponibles.

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Con esta actuación se sientan las bases para, una vez entendidos los cambios del paisaje y lo que suponen para la actividad humana, encontrar soluciones basadas en la naturaleza con las que diseñar paisajes multifuncionales y resilientes.

En Cantabria, ha permitido profundizar el estudio de aspectos relacionados con la regulación hidrológica, como inundaciones y erosión del suelo o la calidad del agua, y su vinculación con los cambios en el paisaje por agricultura y ganadería, abandono del territorio o incendios.

En este sentido, el IH Cantabria destaca que los cambios en el uso y ocupación del suelo y la evolución del clima son los principales 'motores' de ese cambio global, cuya "alteración pone en peligro muchos de los servicios que ofrecen los ecosistemas y de los que dependen las sociedades humanas".

Estos 'servicios ecosistémicos' pueden catalogarse como de regulación -control de plagas o moderación de eventos meteorológicos extremos-, de aprovisionamiento -proveyéndonos de agua potable, alimento y materias primas- y culturales -obtenidos de las actividades de deporte y ocio que desarrollamos en espacios naturales-.

Ante la variación de factores que los regulan, como el aumento de la temperatura terrestre, la contaminación de un río o la tala de un bosque, el entorno se ve obligado a adaptarse.

Por su parte, las soluciones comprenden las denominadas "infraestructuras azules y verdes", constituidas por ecosistemas terrestres, ribereños y acuáticos, en contraposición con las "infraestructuras grises", basadas en construcciones artificiales.

Un ejemplo sería, según el IH Cantabria, la recuperación de llanuras de inundación en la ribera de un río frente a la construcción de un dique de hormigón, donde los altos caudales de crecidas podrían inundar sin causar graves daños al tiempo que se aumenta la fertilidad de los prados.

Una de las conclusiones del proyecto ha sido la necesidad de implicar a todos los agentes sociales -científicos, políticos, partes interesadas y sociedad local- en esta planificación estratégica.

Después de tres años y medio, 'Alice' ha generado herramientas técnicas y procedimientos para facilitar la toma de decisiones sobre planificación, gestión y regulación del paisaje tanto a gobiernos locales y regionales como a empresas interesadas (recolectores de mariscos, empresas forestales, agricultores y ganaderos, etc.).

Todo este conocimiento se ha integrado en un sistema que permite proyectar el potencial efecto de cualquier medida en todas las relaciones que conforman un ecosistema y su entorno social y económico, lo que se denomina "socioecosistema".