IDIVAL lidera un estudio que descubre que el nivel de magnesio afecta a las enfermedades hepáticas

Alrededor de un 24% de los cántabros tiene hígado graso
Grupo enfermedades digestivas Idival. (C) Oficina de comunicación del Gobierno de Cantabria

El Instituto de Investigación Valdecilla (IDIVAL) ha participado en el reciente hallazgo que establece que las personas con alteraciones en los niveles de magnesio tienen un mayor riesgo de presentar hígado graso no alcohólico con inflamación, es decir, un nuevo factor de riesgo en la enfermedad hepática, lo que supone un "punto de inflexión" en el avance del diagnóstico, conocimiento, tratamiento y cura de la enfermedad.

Alrededor de un 24% de los cántabros sufre esteatosis o hígado graso, la principal causa de la enfermedad hepática por depósito grasa (EHDG) y una de las líneas claves de esta investigación clínica y traslacional en enfermedades digestivas que ha liderado el gastroenterólogo Javier Crespo en el IDIVAL.

Según el propio Crespo, el porcentaje es "muy similar" al de otras comunidades autónomas de España y, en general, a los datos en el mundo occidental.

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El estudio, que se ha publicado en la revista internacional Journal of Hepatology, una de las de mayor impacto en su área, determina que en estos pacientes se identifican unos niveles alterados de magnesio en el suero y una expresión significativamente elevada de la proteína CNNM4, un modulador de este catión en el hígado.

De ahí que la regulación específica de CNNM4 mediante tecnología GalNac-RNA desarrollada por Silence Therapeutics abre una ventana terapéutica para la enfermedad hepática.

La enfermedad esteatohepatitis no alcohólica, caracterizada por inflamación y fibrosis hepática, está asociada a la obesidad y presenta una prevalencia a nivel mundial de 1.700 millones de personas.

Los hábitos nutricionales poco saludables y los desequilibrios dietéticos se reconocen como la causa principal de muchas enfermedades.

El magnesio se encuentra ampliamente distribuido en el suministro de alimentos tanto vegetales como animales. La mayoría de las verduras, legumbres, guisantes, judías y frutos secos son ricos en magnesio, al igual que algunos mariscos y especias.

En los últimos años, está surgiendo una creciente preocupación por el consumo defectuoso de magnesio en la población general ya que, según la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES), el 79% de los adultos de EE.UU. no cumple con la ingesta recomendada de este catión.

El estudio, liderado por el laboratorio de Liver Disease de la Doctora Malu Martínez Chantar (CIC bioGUNE y CIBER de Enfermedades Hepáticas y Digestivas (CIBEREHD), y el Doctor Jorge Simón, primer autor del artículo, ha demostrado que en los pacientes con esteatohepatitis no alcohólica se observa una expresión más elevada de CNNM4, una proteína que actúa transportando magnesio fuera del hígado y por tanto responsable del desequilibrio en los niveles de este catión que finaliza en el desarrollo de la enfermedad hepática.

"Estos pacientes presentan, por lo tanto, una maquinaria de exporte del magnesio alterada, aumentando la vulnerabilidad del hígado a procesos inflamatorios, desarrollo de fibrosis y depósito de grasa", asegura la Doctora Martínez Chantar.

En este mismo estudio se presenta una aproximación terapéutica novedosa basada en tecnología GalNac-RNA dirigida específicamente al hígado modulando los niveles de CNNM4. La molécula GalNac-siRNA CNNM4 desarrollada por Silence Therapeutics propietaria de la plataforma mRNAi GOLD (GalNAc Oligonucleotide Discovery) revierte la patología hepática de forma eficaz en modelos preclínicos de esteatohepatitis.

Esta molécula abre una ventana terapéutica aun sin explorar en la enfermedad de hígado graso no alcohólico.

Este trabajo, está realizado por el responsable del grupo de investigación clínica y traslacional en enfermedades digestivas del IDIVAL, Javier Crespo; el representante del CIC bioGUNE, Alfonso Martínez; los doctores de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU), Patricia Aspichueta y César Martín; de la Universidad de Nueva York, Daniela Buccella; la Fundación Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III, Guadalupe Sabio; la Universidad Pablo de Olavide, CIBERDEM, Franz Martin, del CABIMER; el Silence Therapeutics, Ute Schaeper, y un consorcio de investigadores nacionales.